Doménikos
Theotokópoulos, (Candía, 1 de octubre de 1541- Toledo, 7 de abril de 1614),
conocido como el Greco, fue un pintor del final del Renacimiento que desarrolló
un estilo muy personal en sus obras de madurez.
Hasta los 26 años vivió en Creta, donde fue un apreciado
maestro de iconos en el estilo posbizantino vigente en la isla. Después residió
diez años en Italia, donde se transformó en un pintor renacentista, primero en
Venecia, asumiendo plenamente el estilo de Tiziano y Tintoretto, y después en
Roma, estudiando el manierismo de Miguel Ángel. En 1577 se estableció en Toledo
(España), donde vivió y trabajó el resto de su vida.
Su formación pictórica fue compleja, obtenida en tres focos
culturales muy distintos: su primera formación bizantina fue la causante de
importantes aspectos de su estilo que florecieron en su madurez; la segunda la
obtuvo en Venecia de los pintores del alto renacimiento, especialmente de
Tiziano, aprendiendo la pintura al óleo y su gama de colores —él siempre se
consideró parte de la escuela veneciana—; por último, su estancia en Roma le
permitió conocer la obra de Miguel Ángel y el manierismo, que se convirtió en
su estilo vital, interpretado de una forma autónoma.
Su obra se compone de grandes lienzos para retablos de
iglesias, numerosos cuadros de devoción para instituciones religiosas, en los
que a menudo participó su taller, y un grupo de retratos considerados del
máximo nivel. En sus primeras obras maestras españolas se aprecia la influencia
de sus maestros italianos. Sin embargo, pronto evolucionó hacia un estilo
personal caracterizado por sus figuras manieristas extraordinariamente
alargadas con iluminación propia, delgadas, fantasmales, muy expresivas, en
ambientes indefinidos y una gama de colores buscando los contrastes. Este
estilo se identificó con el espíritu de la Contrarreforma y se fue extremando
en sus últimos años.
Actualmente está considerado uno de los artistas más grandes
de la civilización occidental.