La matanza de los inocentes puede ser la escena que mayor
fuerza dramática y dinamismo compositivo presenta de entre todos los demás
episodios narrados sobre la infancia de Cristo, en la capilla Scrovegni, con
detalles absolutamente llenos de patetismo. La composición la centra el verdugo
que con su arma intenta arrebatar a un niño de los brazos de su madre. La
diagonal que describe su cuerpo y la contundencia de la acción ilustra
plásticamente el contenido principal de la escena: la violencia de los hechos y
el desvalimiento y sufrimiento de los inocentes, potenciado además con detalles
tan explícitos como los niños degollados que yacen en el suelo. La escena esta
enmarcada por dos estructuras arquitectónicas, de colores muy claros que
contrastan con las tonalidades variadas del primer término. En uno de los
balcones, Herodes contempla la terrible escena. Si el grupo de las madres es de
una expresión de sufrimiento absolutamente estremecedor, las figuras de los
esbirros están altamente caracterizadas, casi diríamos auténticas caricaturas.
Cierra la composición por la izquierda el grupo de hombres, que se apartan del
grupo central con expresión de vergüenza e incredulidad.
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