LAS
TRES VIRTUDES
FE
La virtud que más me gusta, dice
Dios, es la esperanza.
La fe es algo que no me extraña,
que no tiene nada de raro.
Porque ¡brillo de tal manera en
mi creación!
En el sol, en la luna y en las
estrellas, en todas mis criaturas.
En los astros del firmamento y
en los peces del mar, en las plantas y en los animales y en las bestias de la selva,
y en el hombre, mi criatura.
En el hombre y en la mujer, su
compañera, y sobre todo en los niños, mis criaturas,
sobre todo en la mirada y en la
voz de los niños porque los niños son más mis criaturas que los hombres,
ellos no han sido derrotados
todavía por la vida y son mis servidores más que nadie, antes que nadie.
Verdaderamente ¡hay que ver cómo brillo Yo en mi creación!
Sobre lo alto de las montañas y
en la superficie de las llanuras,
en el pan y en el vino y en el
hombre que trabaja y en el que siembra, y en la misma cosecha y en la misma
vendimia, en la luz y en las tinieblas,
y en el corazón del hombre que
es lo más profundo
que hay en el mundo creado, tan
profundo, que es impenetrable a toda mirada, excepto a la mía.
Y resplandezco
en la tempestad que hace brincar las
olas y las hojas de los árboles
del bosque, y resplandezco en la calma de una bella tarde, en las arenas del
mar y en las estrellas que son como las arenas del cielo, y en la piedra del
umbral y en la del hogar y en la del altar,
en la oración y en los
sacramentos,
en las casas de los hombres y en
la Iglesia que es mi
casa de la tierra, en el águila
mi criatura que vuela sobre las alturas, el águila que tiene por lo menos dos
metros de ala a
ala y quizá hasta tres metros, y
en la hormiga, mi criatura que se arrastra y amontona poco a poco en la
tierra, en la hormiga, mi servidora,
mi más pequeña sierva que
amontona trabajosamente, parsimoniosamente, que trabaja como una miserable y
no conoce otra tregua ni otro reposo más que la muerte y el largo sueño del
invierno.
Y resplandezco
hasta en la serpiente
que engañó a la mujer y que por
eso se arrastra sobre el vientre,
y que es también mi criatura y
mi servidora,
¡Verdaderamente resplandezco en
todo en mi creación!
En todo lo que ocurre a los
hombres, a los pueblos y
a los pobres.
E incluso en lo que les ocurre a
los ricos que no quieren ser mis criaturas y que se ponen a cubierto de ser mis
servidores. Resplandezco en todo lo que el hombre hace y deshace, en todo
cuanto hay de mal y de bien.
Estoy en todo porque soy el
Señor de todo, y rehago todo lo que el hombre deshace, y deshago lo que
construye.
Y resplandezco
hasta en la tentación del pecado. Sí, incluso en la tentación.
Y en
todo lo que le sucedió a mi Hijo, a causa del hombre,
mi criatura, que yo había
creado.
Y resplandezco
en la Encarnación, en el Nacimiento
y en la vida y muerte de mi
Hijo, y en todo nacimiento y en toda vida y en toda muerte,
y en la vida eterna que no
tendrá fin y vencerá a la muerte.
Verdaderamente brillo de tal
manera en mi creación que para no verme sería necesario que los hombres fueran
ciegos.
CARIDAD
La caridad, dice Dios, es algo
que no me extraña en absoluto,
que no tiene nada de extraño.
Estas pobres criaturas son tan
desdichadas que, a menos de tener un corazón de piedra ¿cómo no iban a tener
caridad las unas con las otras? ¿Cómo no iban a tener caridad con sus hermanos?
¿Cómo no se iban a quitar el pan de la boca, el pan de cada día, para dárselo a
los pobres niños que van de puerta en puerta?
¡Y mi Hijo tuvo para con ellos
una caridad tan enorme!
¡Mi Hijo, su hermano, les tuvo
tanto amor!
Pero la esperanza, dice Dios,
esto sí que me extraña,
me extraña hasta a Mí mismo,
esto sí que es algo
verdaderamente extraño.
Que estos pobres hijos vean cómo
marchan hoy las
cosas y que crean que mañana irá
todo mejor, esto sí que es asombroso y es, con mucho, la mayor
maravilla de nuestra gracia.
Yo mismo estoy asombrado de
ello.
Es preciso que mi gracia sea
efectivamente de una fuerza increíble y que brote de una fuente inagotable
desde que comenzó a brotar por primera vez como un río de sangre del costado
abierto de mi Hijo.
¿Cuál no será preciso que sea mi
gracia y la fuerza de mi gracia para que esta pequeña esperanza, vacilante
ante el soplo del pecado, temblorosa ante los vientos, agonizante al menor
soplo, siga estando viva, se mantenga tan fiel, tan en pie,
tan invencible y pura e inmortal
e imposible de apagar como la pequeña llama del santuario que arde eternamente
en la lámpara fiel?
De esta manera
una llama temblorosa ha
atravesado el espesor de los mundos,
una llama vacilante ha
atravesado el espesor de los tiempos,
una llama imposible de dominar,
imposible de apagar
al soplo de la muerte, la
esperanza.
Lo que me asombra, dice Dios, es
la esperanza, y no salgo de mi asombro.
Esta pequeña esperanza que
parece una cosita de nada,
esta pequeña niña esperanza,
inmortal.
Porque mis tres virtudes, dice
Dios, mis criaturas, mis hijas, mis niñas,
son como mis otras criaturas de
la raza de los hombres:
la Fe es una esposa fiel,
la Caridad es una madre, una
madre ardiente, toda corazón,
o quizá es una hermana mayor que
es como una madre.
Y la Esperanza es una niñita de
nada
que vino al mundo la Navidad del
año pasado
y que juega todavía con Enero,
el buenazo,
con sus arbolitos de madera de
nacimiento,
cubiertos de escarcha pintada,
y con su buey y su mula de
madera pintada,
y con su cuna de paja que los animales
no comen
porque son de madera.
Pero, sin embargo, esta niñita
esperanza es la que
atravesará los mundos, esta
niñita de nada, ella sola, y llevando consigo a las otras dos virtudes, ella es
la que atravesará los mundos llenos de obstáculos.
Como la estrella condujo a los
tres Reyes Magos desde los confines del Oriente, hacia la cuna de mi Hijo,
Y así una llama temblorosa, la
esperanza, ella sola, guiará a las virtudes y a los mundos, una llama romperá
las eternas tinieblas.
Por el camino empinado, arenoso
y estrecho, arrastrada y colgada de los brazos de sus dos hermanas mayores,
que la llevan de la mano, . va la pequeña esperanza
y en medio de sus dos hermanas
mayores da la sensación de dejarse arrastrar como un niño que no tuviera
fuerza para caminar. Pero, en realidad, es ella la que hace andar a las otras
dos,
y la que las arrastra, y la que
hace andar al mundo entero y la que le arrastra.
Porque en verdad no se trabaja
sino por los hijos y las dos mayores no avanzan sino gracias a la pequeña.
Gracias, por acercarme a esta virtud. Hoy, estoy preparando mi oración con ella! Señor, si es Tu voluntad, regálame esa esperanza de que me habla el poeta Charles Péguy!
ResponderBorrarEsperanza en todo y para todo, Señor que está hermosa pequeña sea mi compañera de vida hoy y siempre
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