Dios se hizo hombre para que el
hombre fuera Dios. Jesús acaba de nacer y hoy celebramos el fruto de su
Encarnación y Nacimiento. Un hombre, Esteban, es el primer “testigo” (mártir) de
Jesús. Morirá como Jesús, encomendando su espíritu a las manos de Dios.
San Esteban en la sinagoga
Hacia 1562. Óleo sobre
tabla, 160 x 123 cm.
Forma parte del Retablo de San
Esteban para la iglesia de San Esteban de Valencia, junto a las pinturas sobre
la vida de San Esteban . Es el conjunto más representativo y monumental del
pintor valenciano, en el que se ilustran los episodios más importantes de la
vida del santo, considerado el primer mártir del cristianismo. Según los Hechos
de los Apóstoles, la predicación de san Esteban provocó los recelos del
sanedrín, que le acusó de contravenir la Ley de Moisés. Fiel a su profundo
sentido narrativo, Juanes refleja las reacciones de los doctores mediante un
rico repertorio de gestos y expresiones.
San Esteban acusado de blasfemo
Hacia 1562. Óleo sobre
tabla, 160 x 123 cm.
Realizada para el retablo de San
Esteban de Valencia, junto a otras escenas de la vida del santo y La Última
Cena. La obra representa el momento, relatado en los Hechos de los Apóstoles,
en el que san Esteban anuncia ante el sanedrín: “Veo los cielos abiertos y al
Hijo del hombre que está a la diestra de Dios”. Al oírle, los sacerdotes
“prorrumpieron en grandes alaridos, se taparon los oídos y en tropel se
lanzaron contra él” (Hechos 7, 56 y 57). Destaca la arquitectura clasicista del
templo. Estuvo en la iglesia de San Esteban hasta que en 1801 lo adquirió
Carlos IV, mediando el arzobispo don Juan del Río.
San Esteban conducido al martirio
Hacia 1562. Óleo sobre
tabla, 160 x 123 cm.
Inspirada en los Hechos de los
Apóstoles (7, 58), San Esteban fue condenado a la lapidación tras enfurecer a
los sacerdotes del sanedrín. En esta escena se representa el momento en que es
sacado de la ciudad y conducido al martirio igual que Cristo en el Calvario,
también a las puertas de Jerusalén. Juanes se aparta del estilo de su padre en el
modo en que acentúa la fealdad de los sayones, contrastando de forma casi
maniquea con la belleza y la tranquilidad del rostro del santo. Saulo, el
futuro san Pablo, contempla la escena. Sin duda, en uno de los aspectos que más
se aleja de Macip es en el paisaje. Si en éste es más realista y deudor de
Flandes, Juanes incorpora monumentos identificativos de la antigua Roma, como
la Pirámide de Cayo Cestio, que aluden a esta ciudad como a la Jerusalén
Celestial.
Martirio de San Esteban
Hacia 1562. Óleo sobre
tabla, 160 x 123 cm.
Forma parte del Retablo de San
Esteban de la iglesia de San Esteban de Valencia, junto a otras escenas de la
vida del santo y La Última Cena. De acuerdo con los Hechos de los Apóstoles,
san Esteban fue condenado a la lapidación tras enfurecer a los sacerdotes judíos
del sanedrín. Mientras el santo, vestido con ropa de diácono, se encomienda a
Dios, los expresivos sayones le lapidan con ira. Al fondo aparece Saulo, el
futuro san Pablo, contemplando la escena enmarcada en un característico paisaje
salpicado de ruinas clásicas, obeliscos y pirámides, según los modelos de
Rafael que se repiten en casi toda la obra de Juan de Juanes.
Entierro de San Esteban
Hacia 1562. Óleo sobre
tabla, 160 x 123 cm.
Forma parte del Retablo de San
Esteban de la iglesia de San Esteban de Valencia, junto a otras escenas de la
vida del santo y La Última Cena). La obra ilustra el momento en el que el
cuerpo de san Esteban es introducido en la tumba por un grupo de ocho hombres.
La composición recuerda la del Santo Entierro de Cristo tanto por la
disposición de las figuras como por sus actitudes. A la izquierda se incluye el
retrato de un personaje vestido a la moda del siglo XVI que dirige su mirada al
espectador. Probablemente se trate de uno de los comitentes del retablo, pues
fue costeado por varios personajes de la ciudad de Valencia.
La Última Cena
Hacia 1562. Óleo sobre
tabla, 116 x 191 cm.
Pintada para el banco del retablo
mayor de San Esteban, de Valencia, junto a las pinturas sobre la vida de San
Esteban. Inspirada en Leonardo, tanto por lo que se refiere al espacio como a
la elocuente expresividad de los apóstoles, muestra igualmente la estrecha
vinculación de Juanes con Rafael. Siguiendo la iconografía tradicional en la
Península, el pintor valenciano centró la escena en torno a Jesús, sereno y
triunfante, en el momento de consagrar la sagrada hostia. El cáliz que aparece
en el centro de la mesa reproduce el que se guarda en la catedral de Valencia, legendariamente
considerado como el auténtico vaso utilizado por Jesucristo en la Última Cena.
La jarra y la jofaina del primer término aluden al Lavatorio de los pies,
previo a la Cena. Todos los Apóstoles llevan nimbo con su nombre excepto Judas
Iscariote, aunque su nombre aparece en el banco que ocupa. Tiene la barba y el
cabello rojos, según la tradición, viste de amarillo -color simbólico de la
envidia-, y oculta a sus compañeros la bolsa del dinero.
Juan de Juanes, (Fuente la Higuera, Valencia, h.1503/05 -
Bocairente, Valencia, 1579)
Uno de los más importantes
pintores del renacimiento español, dominador absoluto del panorama valenciano a
mediados del siglo XVI. La autoría de algunas de sus obras está todavía en
discusión, adjudicándoselas a su padre, el pintor Juan Vicente Masip que, activo
ya en 1493, fue, sin duda, uno de los grandes pintores valencianos de la
primera parte del quinientos. Su hijo Juan comenzó a trabajar en el taller
paterno y juntos colaboraron en la realización de numerosos trabajos. El nombre
de Juan aparece por vez primera en relación con el retablo de la catedral de
Segorbe, en 1531. Es por esos años cuando se aprecia una profunda renovación
estilística en la obra de Juan Vicente Masip. Las posturas son divergentes a la
hora de valorar si la posible maduración lograda por su hijo Juan influyó en el
padre, o si, por el contrario, fue la influencia de éste la que marcó dicha
evolución en el hijo. Lo cierto es que a partir de los años treinta, Juan de
Juanes se afianza como la personalidad dominante del taller, y llega a
convertirse en la figura artística más respetada y requerida de Valencia. Las
alabanzas de los escritores contemporáneos nos dan idea de la fama que logró en
vida. Juanes estuvo en contacto con la cultura literaria y los importantes
círculos humanísticos de la capital virreinal y parece haber sido un artista de
intensa preocupación intelectual, que dominaba el latín, y quizá a causa de
ello latinizó su nombre, haciendo parangonable su obra con la de los mejores
pintores de la Antigüedad, y huyendo del más pedestre apellido «Maçip». Su
pintura mantiene un componente flamenco que pudo renovar visitando las
colecciones de personajes notables a los que frecuentó, como Mencía de Mendoza.
A ello se une la influencia predominante italiana, que desde el leonardismo
presente en la Valencia de los Hernando, se actualiza con la influencia de
Rafael y el conocimiento de la pintura de Sebastiano del Piombo. Las obras de
este último, traídas a Valencia por Jerónimo Vich, embajador en Roma hasta
1521, son indispensables para entender la pintura de Juanes, cuyos modelos se
encuentran ya en el comentado retablo de Segorbe. A pesar de que las
influencias italianas son tan evidentes que han hecho pensar en un posible
viaje de Juanes a Italia, sin embargo, podrían explicarse por el pleno
conocimiento del arte italiano que el artista pudo adquirir en el ambiente
artístico valenciano. Es probable que hubiera visto la obra de Rafael a través
de estampas y no directamente. Aunque en Juanes es preponderante la pintura de
temática religiosa, también llevó a cabo obras mitológicas y una serie de
retratos de los prelados de la catedral de Valencia, de Alfonso V y de don Luis
Castellà de Vilanova, señor de Bicorp (Prado). Donde Juanes alcanza una de sus
máximas cotas es en los lienzos del Retablo de san Esteban (Prado), pintados
para el retablo mayor de la iglesia de San Esteban de Valencia hacia 1562 y que
permanecieron allí hasta su adquisición por Carlos IV alrededor de 1800. En
ellos el pintor se muestra en plena forma, dominando todos los recursos
pictóricos. Exquisito dibujante, muestra a la vez un colorido rico y brillante,
los fondos de las pinturas se articulan con evocadores paisajes poblados de
arquitecturas y ruinas clásicas, compuestas como citas eruditas, mientras dota
a sus personajes de una gestualidad retórica que demuestra su conocimiento y
meditación sobre los tratados de elocuencia clásica (García López, D. en:
E.M.N.P., 2006, tomo IV, pp. 1356-1357).
Los textos y las pinturas son bellísimos. Gracias.
ResponderBorrar