La escena está ambientada en una habitación,
convencionalmente abierta hacia el cielo pero se entiende que es cerrada,
descrita con atención a los detalles: tapices rojos rayados cubren las paredes,
más arriba un friso y arriba del mismo los balcones internos de madera
perforada sostenidos por ménsulas, sobre los que se encuentran vasos y elementos
decorativos. Siguiendo al Evangelio de Juan se muestra el momento en que Jesús,
sentado a la izquierda junto al esposo y cercano a un apóstol, bendice con un
gesto el agua versada en las grandes jarras de la otra parte de la habitación,
trasformándola en vino. El mayordomo prueba con un vaso la bebida y, siguiendo
el relato evangélico, pronunciaría luego la frase "¡Tú has conservado hasta
ahora el vino bueno!" (Jn 2, 7-11).
El lado de la mesa dirigido al
espectador tiene en el centro a la esposa, vestida con un hábito rojo recamado
con finura, sentada junto a la Virgen, quien también bendice, y a otra joven
con una corona de flores en la cabeza. Dos sirvientes están del otro lado de la
mesa.
La paleta pastel es muy elegante,
que acentúa con los claroscuros los volúmenes plásticos de las figuras. Se
aprecia un notable cuidado en las descripciones de los objetos, desde el mantel
blanco con texturas que crean franjas de diverso color, a las jarras finamente escalonadas,
y hasta los utensilios y la comida sobre la mesa. El mayordomo y el joven que
está detrás de él están tan bien caracterizados que se podría suponer que se
tratara de personajes que existieron realmente.
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